miércoles, 4 de noviembre de 2015

Adiós a los 35




Ahí van, las gordas

corren su sistemática maratón de verano

las miro por el vidrio mientras la cerveza

apaga la sed del fracaso

yo también debería correr

levantar un pie hacia la sudorosa fe estival

pero no

Ellas caminan a la par del señuelo que persiguen

un mantra poderoso las anima

la silueta, el colesterol

la conquista de Marte o el fútil

aroma del celo

Lleno el vaso, recuerdo el último gesto

atlético que tuve

todo lo que quise degeneró en árbol enfermo

corrí los perros, la liebre

el hilo de un globo que se escapó

con viento en contra corrí, a favor

también, a veces, llegué

Hubo una bandera en la puerta

donde la gorda secaba su frente

y comía manzana

pero una superior existencia del hambre

la huella solar de una estrella muerta

vivía para la ansiedad de la falta

Como un hámster anduve, el rulo

del destino

también era verano y alcancé

las puertas de lo aborrecible

una ruda moría su suerte

y las gordas girábamos en el parque

la calesita del infierno

Vuelvo a dejar el vaso

vacío, sobre la mesa

adiós muchachas, saluden

a la que fui

aquí ya no hay nadie



lunes, 17 de agosto de 2015

El Hielo de la Guerra



Presentamos El Hielo de la Guerra (Caballo Negro Editora, 2014) en Villa María

Domingo 23 de agosto en La Romani, José Ingenieros 174




martes, 21 de julio de 2015

Textos bancarios


E222

Llueve
E222 . Personas en espera 100
Bco de Córdoba sucursal Catedral
Acá estamos los fieles
muchos esperan la bendición del dinero
que un dios benevolente
los mire
Acá está dios
Acá está dios?
si
en su omnipresencia nos ve estar
como boludos
frente a la pantalla del bancor:
turno / posición
v67 caja 3 E125 caja 7 A46 caja 1
Un coro monótono canta su pitido de pase
Aleluya hermano

Llueve
en el banco el dinero se lava
y se paga en efectivo toda culpa
E222 sucursal Catedral
las doñas han traído sus chanchos
alcancías menores, dinero en los corpiños
pagán todo: oro, incienso y birra
en billete de $2
Atrás un infiel escucha Cadena 3
pienso que nuestros dioses son diferentes

Llueve
Y empiezo a odiar a todos
Afuera, el loquito de la bicicleta predica como siempre:
“En esta iglesia está el mal, el diablo, el pecado de los hombres”
E222 la Catedral del banco transpira en los vidrios
El sudor de los pobres está en lo máximo.
La misa es mejor a las 12.30 cuando cierran las puertas al mediodía del caos
Filas dobles, gente de pie
un viejito de boina aparece
se cae a pedazos su sombra cuando pasa la puerta.
De rodillas estamos ¡Oh padre todopoderoso, virgen y eterno!
Pagamos para vivir el sueño de un dios
que truena en un cielo de papel celofán
Llueve
No caen monedas en los bolsillos
Llueve
y en las veredas
la caca de los perros se desarma.



El sueño

Hace calor. Se siente afuera pero acá, en el banco, el aire acondicionado es una máscara.
Un niño llora, sabe que el fuego arde en los vidrios del techo.
Nada hay más tedioso que un niño que llora.
También fui yo
bebé, infante
pero no recuerdo la lágrima
ni haber padecido el tedio, el calor
la longitud del día.
Hay chicos en el banco, criaturas divinas, domesticables a la desgracia.
también fui, niña que alguna vez, en el apuro del padre
entró al banco
Sin embargo, el sueño es una posibilidad,
varias rostros golpean el pecho; tac-tac, caen las cabecitas
se duermen
pero de golpe recuerdan donde están y sacuden el cuerpo cuando despiertan
como si la electricidad de una vida entera les diera en el alma
o una ráfaga de balas le diera de lleno
o el ángel de la muerte les soplara los ojos.




E577 

E577, 149 personas en espera

tengo tiempo suficiente para pensar en
robar, matar y huir
cuántos metros haría antes
de que me disparen por la espalda.
Imagino el titular del diario:
“Joven intenta robar el banco y cae abatida
en el monumento a San Martín”
Pienso en el momento del disparo
y en las cientos de palomas que cagadas del susto
levantan mi espíritu a su vuelo triunfal
al cielo de los frustrados, ladrones de bancos
héroes nuestros caídos en combate
por intentar vulnerar un sistema
que cuida más el dinero que la vida.



E577

Una gigantografía del banco
en blanco y negro, está frente a nosotros
hombres con sombreros, de traje y moño toditos ellos, nos miran
es terrible
Lo peor ahora pasa, sobre la salida principal:
la cara de un demonio; los ojos amenazantes, dos cuernos apenas visibles.
Para muchos es insignificante, desapercibido
pero está ahí, nos observa
nadie ve el diablo en la puerta
la rutina los ocupa
la demora, el almuerzo, los hijos
el marido enfermo, el clima, la charla
La contemplación del vacío

E577
-El señor esté con todos ustedes
-y con tu espíritu
-levantemos el corazón
-lo tenemos levantado hacia el señor
-es justo y necesario, realmente es justo y necesario
nuestro poder y salvación.

Hace calor, es un averno las dos de la tarde
y la sucursal Catedral finge su dios con aire acondicionado
el infierno es encantador
nadie mira los símbolos
hojas de palma, rostros, estrellas

Tú que reinas en los voluminoso cielos del hambre
protégenos de las deudas y las corridas bancarias
como así también del dólar y las divisas
el estado de cuenta
los cajeros automáticos sin dinero
de la soledad del rico
la falsa alegría del pobre
el consuelo de los medio pelo

Que la gracia del señor
descienda sobre todos nosotros

E577
Dios es mi pastor
nadie me puede embargar.





A456
163 personas en espera.

Los números son el universo.
Por cada vez que mi madre me hace reiki
millones de números en forma de energía cósmica entran al cuerpo.
Estoy otra vez, en el banco, como cada mes. Aquí, el ente financiero
hace falso reiki a todos los clientes, energías que dan y quitan
desde los chakras cuentas.
A la izquierda de los sentados
un espejo extenso nos devuelve
algo de imagen. La distorsión de alguien mejor.
Atrás del espejo, las doce cajas
ocupan la rueda astrológica del orden divino
el círculo celeste ordena el banco
los colores de las bombachas de las cajeras
la hora del sol pegando en el techo
el Jesús Rey arriba de los hombros.
Me ha tocado la caja 12:
“enemigos ocultos muestran la herida del infortunio
toda pena es alta y pide su lamento
el precio se paga y es justo a los dioses de antaño.
Toda locura es un estado del alma.”

A456
Los empleados deambulan,
pequeños querubines con pantalones de vestir, cuidan al cliente
nos dan un número, responden las preguntas
pero hay leyes en este templo que no se rompen

Arcángeles negros vigilan que la espera de los infelices
No altere la dignidad del dinero

A456
La dignidad del dinero reina por sobre todas las cosas

A456
Dios está aquí pero no entra su fuego
por eso envió a su hijo en la nave de una mujer virgen
porque así lo indicaba la constelación de virgo
“Viajarás muy lejos mi pequeño Kal-El
harás de mi fuerza la tuya,
verás mi vida a través de tus ojos
y yo la tuya a través de los míos
el hijo se convertirá en padre y el padre en el hijo.”
Amén.
Pero todavía no ha entrado a este banco
el hijo capaz de predicar
la dignidad del hombre por encima de las cosas.

La más oscura noche vigila a las 13.30hs
mi sol verde, la escorpiana naturaleza de mis días
esa manera de ser uno con el todo
mira el ojo que nos mira,  la crueldad de Mordor.
Otros lo ven también
pero abren la crema de ordeñe recién comprada
hablan del clima y de mundanas cosas
y todo se diluye en la nada de la rutina terrestre.

Hace muchas lunas
en andamios de telgopor reconstruyeron
los albañiles, este edificio.
Ángeles mestizos traídos de las márgenes por la vena cava del central rojo.
Con su alegría han construido la ironía de la felicidad
y han pintado sus paredes con la sangre de los toros
Nadie atacará este templo ni violará sus puertas.

La cosa es así.
Salgo del banco
apoyo un mano en el lomo del muerto
su casa de aire y le digo:
Yo no soy digna de que entres en mi casa
Pero tengo este corazón de animal arrojado
Tomad y comed todos de él porque este es el cuerpo
Donde alojé todo mi cuerpo
Una manzana
Una manzana sin fe
Todo veneno.


A517
145 personas en espera

                                                               “toda espera alberga una esperanza”
                                                            Proverbio Pedorro


La mujer que atiende en la caja 3 canta 11 y 6 de Fito
Sonríe, parece feliz. Pero es extraño.
Aquí la felicidad es ajena, nos envilecemos a diario.
La mujer que canta ha iniciado sin saber una revolución:
Atrás de ella, otra mujer se suma, tararea
Yo le sonrío, lo hace bien.
Podría decir: aquí no hay música
Pero los tickes de las cajas registradoras, los pitidos de aviso
Los sellos que golpean, hoja tras hoja
La esperanza de los que aguardan
Tiene su ritmo. El corazón de este animal late.
El murmullo de los clientes crece como un coro que se lamenta,
Otra vez el pitido, la mujer que raspa en la pierna la bolsa
La registradora, los zapatos que se deslizan en el piso encerado
El temblor en la pierna izquierda del hombre a la derecha.

A517
Toda música es un temblor del espíritu

A517
Los colores son frecuencias. Los policías vibran en azul.
No alcanzaran la cuarta dimensión.

A517
Se asciende por la música

A517
Una mujer enferma pide que le lleven los papeles al auto para firmar. Dice el banco que no; ninguna escritura o documento sale del suelo santo.

Si la luz lo alcanza se convertirá en cenizas. Nada que hayan planificado los vampiros sobrevive al sol del día.

La mujer jadea hasta la puerta, le piden disculpas los querubines.
El banco es así, la vida es así, el cáncer también pero no importa.
Dios está en todos lados pero solo atiende con número.

A517
Una mujer habla del papa Francisco
El espíritu  santo existe y el banco del espíritu santo también
Queridos hermanos, dios es bueno pero no paga las cuentas
Da préstamos con un interés del 15%

A517
Bajo el suelo
Donde ahora los suertudos esperamos la perfección
Descansa una cripta; miles de huesos de monjes gerentes duermen
Sin reconocimiento alguno.

Sobre el sueño infeliz de tales criaturas
Esperamos la gloria

A517
Honraremos los primeros monjes

A517
La puerta a la cripta está sellada; mosaicos oscuros marcan su cuadrado.
En los bordes, tres círculos negros indican los códigos de apertura. La llave

¿Presume alguien acaso que los aquí sentados damos el justo peso para que los infelices
No puedan salir de su encierro?
¿Siente alguien, por casualidad, a las almas presas empujar la puerta
Que con cientos de culos, sostenemos?
La piel de gallina en los brazos de los niños es un indicio
El sueño que vence a los ancianos también.

Dicen las escrituras:
Cuando la rueda celeste gire doce veces
Sobre el sol naciente del gobernador De La Sota José Manuel
Las ánimas de los monjes gerentes serán liberadas
Vendrá el día en que la espera de los boludos será corta, ínfima
Ese día, el mortal peso, la viva carne se hará liviana y los monjes,
Cual Titanes de yeso en un Tártaro prestado
Traerán la noche a las dos de la tarde

Ahh…pero la espera es la esperanza
Y la cajera canta 11 y 6 de Fito
Puede joderse el fin del mundo.

A517
Dice el profeta Parravicini en una psicografía que nunca dibujó
El 11/06/2014
El sol posará su frente en la casa de dios

Y desatará su fiebre

miércoles, 13 de mayo de 2015

Museo de ciencias




En las vitrinas del museo de ciencias naturales
descansan, los huesos
arrancados a la eternidad
de la misma manera que un prolijo ordena las medias
un empleado organiza las edades del mundo
para los visitadores del progreso
de todos los restos, uno
tiembla en lo oscuro su casa de piedra
su espectro de luz mala.

Miles de soles antes de su caída
un amonite del tamaño de una pelota de metegol
brota su minúsculo asombro
el recuerdo de una línea de fuego

entre la vida petrificada y esto que late
Una mujer parada frente al vidrio
despierta su célula más hermosa


Un instante progresa
los dedos apoyados en lo invisible
dibujan una estrella
la imborrable constelación de lo eterno
Esto que es polvo
sucesión de nada oscura
¿Es la creación?
el movimiento es dado
por el Verbo Divino y los sublevados

De todas las cosas muertas
sólo la mujer, resucita
se sienta en una piedra forrada con papel
Alguien recreó allí el rito del primer hombre
Su fuego dr celofán
¿Es la creación?
Se sienta en esa piedra, dije
afila su colmillo niebla, su flecha
y a la sombra de una sed más grande
escribe


viernes, 17 de abril de 2015

Querido Roberto




Ahí vamos Roberto. Una línea de barro sobre el horizonte
Ahí vamos, chiquitos
vengo de escarbar en las reliquias de los muertos
cartas del 30, libros de Perón, estampitas
perfumes del pasado
acá vamos de puta madre
oliendo el pis del baño y el café hervido
escuchamos Sigur Ros porque sabemos que es la música de la melancolía.
A los costados puro campo, vos sabés Roberto, como yo
que el suelo argentino tiene dueños
pienso en Argen y tina, me río, me acuerdo de cuando en la escuela los compañeros me cargaban por vivir, según ellos, atrás de la vía. Era dePelle mientras otros de Grini.
Encuentro el remedio; burguesía para todos.
Pienso en las tías Ressia, todos esos recuerdos que guardaban, se los llevaron?
"Querida hija, que la virgen te cuide, tu mamá Aida-Trenque Lauquen 1958" ¿En esos territorios de la memoria algo me pertenece?
Es la una de la madrugada, cruzo territorio de Pincén. Ahí vamos Roberto, puedo sentir como dijo mi amiga Elena el frufrú de la soja, campo adentro las luces de las cosechadoras dan sus fantasmas a la noche. Quisiera ver algo más mío como los platos voladores que el abuelo Martiniano Cuello veía en el INTA o esa luz que me siguió una vez volviendo de los mandados.
Roberto, nunca te dije, pero quiero que me abduzcan, para pasear nomás, creo que después de mirar al cielo durante tantos años me lo merezco. Qué hermoso acto del yo es decir ¡Me lo merezco! ¡Qué fe en la justicia de uno, que ceguera de amor propio!
Paramos sobre el camino en América, hay un cartel de Oscar Ustari, el arquerito que en boca no agarró ni la sombra de la pelota, y de Fredy Gatica, bicampeón de doma categoría bastos y encimera. Movida por el fuerte espíritu del yo, no puedo dejar de pensar en un cartel propio en mi pueblo natal que diga leticia ressia, abducida (se lo merecía).
La noche está clara y la luz del colectivo alumbra las banquinas. Recién una liebre mostro los ojos, sus fuegos abiertos, lejanos como las balas en rifle del gordo Mata como el puma atado que mi viejo me llevaba a acariciar o las carreras ganadas del Tehuelche, el galgo del tío Héctor. El tío que solo en su pieza de hospital espera el fogonazo de la liebre en los ojos, un poco más para vivir, se lo merece.
¿Qué es vivir? un deseo violento por lo maravilloso, el viento en la cara cuando sacás la cabeza por la ventana de un auto que va a 180, el guascazo de la gloria cuando se gana una carrera en bicicleta, el primer velorio donde te reís del muerto.
Estoy volviendo Roberto, no sé de dónde, porque en estos tramos uno no sabe de qué punta del hilo nos están tirando, cruzo la pampa y pido que si hay desierto que no se note, una vez vi los espectrales blancos de Villegas; cien caballos me corrían al costado del colectivo, la obsesión de un tipo muerto, el fantasma de esa obsesión me perseguía. Durante 5 kilómetros el humo de los potros me fue borrando la huella como quien quiere borrar la estela en el viento que deja un globo.
Tengo 35 años, cruzo el llano desde los 18. Nunca lo paso de ojos abiertos, no todo Roberto, es imposible sostener el espanto del horizonte  tanto tiempo.



domingo, 15 de marzo de 2015

De la antología de poetas mujeres de córdoba QUINCE



Editorial Tinta de negros - 2010






EL FAUNO


El animal que criaste en el fondo

atado al tronco de la acacia

ha desbordado las tapias del patio

no podrás asomarte más a la puerta

para tirarle las sobras del almuerzo

ni acariciarlo con un palo

como a un hijo al que no se quiere

Simplemente, ha crecido

el animal.



Una mortal culebrilla es lo que dejó

el paso de la cadena por el tronco

una monotonía circular imposible

que le dio el ejercicio para odiarte.

Aún te teme.

Sospecha que una de estas noches

ya dormido

vienes a liberarlo.




UNA CENA


Casualmente un piano 

como en casa de Siri en Trenque Lauquen

hay cosas que no alcanzan

para salvar la existencia

ese recuerdo no me acerca en nada

a la música

sirve a penas para recordar

mi edad a Siri a su mujer en el piano

notas que aprendí y necesariamente 

olvidé

Alguien frente a mí, ahora, está cenando

y yo, indiferente al rito del otro

sigo pensando en el piano

en las formas posible de lo que fui


IRSE CON ELEFANTES


Voy a morir mañana

hay un elefante en la puerta

sera algo obvio

verdadero

las cosas que no tuve

serán definitivas

y el amor que alcancé

algo que él olvide


Voy a irme

es preciso hacerme pequeña

decir que esa, no soy yo

romper el espejo deforme

con la manzana de Eva

salvarme y morir



Que no crea que ha sido por él

no

jamás lo será

me voy con los elefantes

ya no puedo esperar esta muerte larga

todo es lejos

como la vida que tuve

esa sonrisa en la boca de un muñeco

sábado, 7 de marzo de 2015

Día de los inocentes


Peter Paul Rubens



"El gesto del mundo se ha convertido en un gran visaje"
Ovidio



Los últimos sueños de los niños


En Ramá se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
 Es Raquel que llora a sus   hijos
y no quiere que la consuelen,
Porque ya no existen.”



I
Se escondió de ella
usó la daga en nombre de su carne
y cortó.
Hizo el nudo con sus propios dedos
tan chiquitos para el mundo
y finalmente, como pudo
el nacido huyó de su  madre
para no matarla


II


La línea del sueño

quemó la frente

un color púrpura me moja la cara.

De la herida del sueño

brota la sangre como un volcán furioso

que ha despertado después de siglos.

Quien era, ya no es

lo mortal ardió su fiebre.

En mi mente se germinan

los sueños de Vulcano.






III




Las caricias de mamá

los besitos de papá

cuidan mi castidad dormida

me amortajan con cariño.



El ataúd

la cama

el sexo muerto

esos vacíos semejantes 

a la aniquilación.




IV




Dos niños príncipes se huelen

hasta confundirse con las edades del otro

después vino esa Luna inmensa

como un ovario antes del estallido

llegó a iluminarles la cara

con su cariño madre noche.



Y sus entrañas cantan

suenan armonías perfectas

en los suburbios de sus cuerpos flacos

y sangra la Luna

(Qué monarca morirá hoy)

mientras se muerden

uno al otro

sólo les duele el hambre

y sus tripas niñas cantan, ahora

como los sapos después de la lluvia.



V



Pelotas de trapo lloviendo.

Las marionetas cuelgan 


Sus vestidos rojos profetizan

la sangre derramada.




VI



Están ahí los hijos

se mecen en las ramas bajas

miran el cielo

escuchan cantar a los pájaros

y antes de caer extrañan tanto el paraíso 







VII
 

Los miembros desmembrados

hacen huelga

por falta de cuerpos.


Los cuerpos buscan

siempre el desgarro

en los miembros del otro .


Y la ropa desterrada

protesta ante la manga

sin usar

del pulóver

de un manco.





VIII





“¿Será posible. metido ahí en su bosque,

¡no ha oído aún que Dios ha muerto¡”



Hubo un día en que se revelaron

todos los cuentos

y en el pantano de los sapos príncipes

fueron a nadar las Caperuzas aburridas de lobos

las Cenicientas cansadas del hombre ideal

los enanos que abandonaron a Blanca nieves

y fueron todos a revolcarse

en el barro oscuro y hediento.

Acaso algo se les acabó

un poco del tiempo ficticio se les cayó de pronto

y decidieron mudarse

al mundo donde siempre fueron superados.

Es acá donde termina su orbe

la muerte les ha marcado la cara con el sello

de los vivos.

La ciudad de los inocentes  


I



El caballo de madera

amamanta de hambre

a los niños huérfanos

de Troya.





II




A la sombra de las plazoletas

se gesta la metamorfosis.

Al acecho

(Entre hamacas)

se planifica el golpe final

el día del Cordero

de los sesos niños

sacrificados

a esta ciudad

antigua y cobarde.



III




Los brazos anudados

atrás de la espalda

el cuerpo quieto

esperando.

De frente

la cara contra el vidrio

Ver. Ver.

Mirar las vidrieras de las grandes

ubres

que nunca llegaremos a mamar.



IV




Estos perros que se acercan a mí

lamen mis manos

saben quien soy

que los quiero a todos

los cuido de la noche oscura

les calmo el hambre

y el frío de los inviernos.



Hijos míos

aquí está su madre

carcomida por el desamparo

y las garrapatas del oscuro frío

pero tan libre de amos. 


Ellos saben

por eso lamen mis dedos profundos

saben que soy

la perra madre que los parió.





V



No obstante la primavera

la ciudad sigue otoñando

hacia la penumbra de Babilonia.



VI




Todas las manos mecen cunas

empuñan filos cuchillos

El mundo entero

está gestando entre sus brazos

(y como quien no quiere la cosa)

algunas excepciones

y niños asesinos.



Los ritos para la muerte y la vida




I




La vida se obstina

En partos

















II





La sangre seca

de los viejos muertos sigue ahí

coagulando en el polvo de los huesos.



Sentimos.

la sangre que tira

un pacto de sangre

hermanos de leche blanca

hermanos de sangre roja

todos todos

sangran por la herida

se desangran

se dejan ir un poco

con ella

con la púrpura oscura

entre los charcos que deja la nieve

la blanca nieve que menstrúa eterna

entre la selva de todos los cuentos


Sólo existe la roja sangre

sólo hay una sangre que moja las venas

la de los vivos húmedos

y los muertos secos

una sangre que no tiene dioses

y no ofrece sacrificios

la sangre desnuda de los cuerpos

la sangre de los que alguna vez fueron inocentes.




III




¿Qué morirá conmigo cuando yo muera, que 

forma patética o deleznable perderá el mundo? 




Nacen en las manos 

espigas que el sol hará crecer fuera de los campos

y recuerdo los ojos que me vieron

como gérmenes de panes

antes de la mañana.

Tu vida pasó mi vida pasará

quién abrirá la mano algún día

para hacer crecer mi recuerdo del mundo.




IV




Había una sensación tremenda

un peso siniestro

donde las polillas aleteaban lunáticas

alrededor del foco.

Abandonadas del saco viejo, festejaban

Era su noche de gualpurgis

volaban frenéticas

las hijas pobres de Lucifer

desparramando sus polvos.

Se divertían

Era su primavera

y embriagadas en el rito de Mefisto

se convencían;

nosotras también somos mariposas.




V



Venas presintiendo la nada

ausencia de sangre

de todos modos presienten

el filo de miles de cuchillos

que jamás nunca

le regalaran la muerte. 



VI



Reunión de óvulos en campos de yerma

dolores de tierra y madre

reparir

volver a gritar mundo

cuando la sangre está de vuelta

trayendo la herencia de otros

nacimientos

El hombre nuevo esta lleno de

ombligos.



VII




Más allá del día, de esta sonrisa fresca y juvenil

de esta edad tan parecida al encanto

está este cadáver pudriéndose al sol del verano

esta perra atropellada que nadie levanta.


Sí, los chicos saltan sobre mí

se ensucian como si fuera barro

me llevan a sus casas en las zapatillas

y desconocen su horror

pero no basta este entierro

en manos infantiles.







El grito de los inocentes




I


“Quien llama?¿pero quien llama desde tu nacimiento 

hasta tu muerte?” 




Balen corderos

agiten su canción de presas perseguidas

anoten sus días alegres

sus saltos de pradera

porque vendrán a marcarnos las puertas 

diciendo nuestros nombres.

Balen corderos

que los lobos nos maten cantando.




II




Recuerdo que nunca fue

la carta que nunca llegó

el mundo acabado esta lejos

falta para mi cumpleaños

falta para el postre

falta para el peso.

En fin

sobra la carencia.



III




Estos desperdicios de la carne

esta edad avanzada por la espera

no hacen màs que confirmar

que las manos con sus líneas

sólo predicen

otros ríos en el rostro

otra vez el llanto del nacido.



IV


                                                                 
A Nicolás 


Este niño que arde

lleva el rostro de todos los niños

la suma total de las ternuras

y sus esfuerzos.

Este niño profeta dice

que le han mirado a los ojos

la oveja y el lobo

que el sol bajo a sus hombros

que príncipe y milagro

despierta.


V




Golpea el pecho de tu alegre Dulcinea

que parimos otra vez después de cada muerte

eternos niños de lo solo

hijos del viejo Herodes

asesinitos nuestros de cada día.

Sacrificios para quién

porque sí.

¿Para qué Mesías?














































  




                                             



miércoles, 25 de febrero de 2015

Miguel


Foto: Fabio Otárola


Me siento como  una caja de té sin té. Extraño a Miguel. Las manos de Miguel y el olor en las sábanas. Olor a Miguel. Sus calzoncillos en la pata de la cama y su “dale flaca, las chancletas”.
Son las diez de la noche. A esta hora cenábamos con poca luz para no vernos el hambre. Pero a mí me gustaba verlo comer, saberlo humano más allá de mi carne, de sus extrañas posesiones sexuales: “dale flaca, hace como que te están mirando”.
Me gustaba que me diga “flaca”; flaca esto, flaca lo otro. Me hacía anónima para los demás, dejaba de ser la Claudia y era como olvidar un poco esta vida de enfermera, sacarme de la cotidianeidad del Misericordia y de los viejos en silla de ruedas: “dejate de joder con los viejos, te pagan dos mangos y seguro que te miran el culo, por eso están sentados. Avivate flaca.” Era según él, un tipo sincero.
Miguel podría haber sido muchas cosas pero prefirió la modestia de ser empleado de carnicería y el vicio de las carreras de galgo y cuando las cuentas no daban me convencía: “en esta mesa puede faltar el pan pero nunca la carne”. Era bueno conmigo, aunque a veces me hacía dormir con el perro para que no pasara frío o antes de una carrera importante porque era cábala.  A veces me llevaba de prepo a las carreras porque no le gustaba que me quede sola en la casa: “qué vas a hacer acá, te vas a aburrir como un hongo”. Entonces iba con él y me mostraba los galgos, los favoritos, la liebre que no era liebre sino un trapo atado sin delicadeza en el alambre. Así empecé a entender lo que era el engaño y si al final ganaba “el Lobo”, le daba una felicidad que jamás le vi en otro momento, me agarraba la cara con las dos manos y me decía: “ves ¡! Tenés que venir siempre flaquita…” y después de la euforia inicial venía la foto del triunfo: el perro en el medio con la corona de laureles, Miguel con el trofeo en la mano y esa gorra mugrienta que nunca dejó que le lave, los amigos de él y yo al costado con la sonrisa medio arrancada de estar feliz. Feliz, por la felicidad de Miguel.
Mamá no lo quería mucho. Siendo yo enfermera ella creía que podía conocer un médico que viera no sólo mis dotes profesionales sino también de mujer y ama de casa. Clásica ambición de cualquier madre. Pero yo nunca esperé grandes cosas de la vida y mi marido, salvando las distancias, también trabajaba con las manos en la carne y su olor lo impregnaba todo. Miguel olía a las reses que cargaba en la espalda, a las achuras del asado, al bife del medio día que buscaban las señoras, a la bolsa de puchero. El aroma de Miguel era rojo y me gustaba.
Ahora que se fue, nadie me saca del Claudia ni del sufrimiento de los enfermos que se me pega durante todo el día, nadie me acompaña al hospital para que no me roben en el camino ni en la puerta. El tipo que vende porquerías en la vereda ya se dio cuenta de que soy una más del montón y que pronto seré como todas; alguien que camina a la sombra de lo que alguna vez tuvo y perdió para siempre.

Yo sé Miguel que no me querías mucho pero me cuidabas, quizás por la culpa de no darme un hijo, por eso del accidente que tuviste. Pienso que por eso me dejaste sin carreras los domingos, sin carne ni pan sobre la mesa, sin juventud para arreglarme y buscarme otro, porque eso hacen las mujeres abandonadas, se arreglan un poco y salen a loquear porque la vida sigue y una mujer sola como yo no puede nada salvo sostener esta rutina amarga.  Si hoy te viera Miguel, a pesar de extrañarte tanto, te preguntaría por qué me dejaste sola como un perro y te llevaste al Lobo.

martes, 24 de febrero de 2015

Poemas escorpianos


1

En la rueda del infortunio
bajo la luz de Antares
la octava casa de los doce
enciende sus velas
reza
“Del pie de Orión
de su eterna mordedura
Traigo esta semilla;
Moriré tantas veces como sea necesario”

Rojo es mi sino
donde el  sexo pule su piedra
de amor profundo
soy la hija del Pandinum emperator
el veneno
para los odiadores y amantes
porque vengo del agua ardo en las orillas
toda paz y toda guerra es intensa
mi sangre oscurece la carta lunar
soy bajo los techos del universo; la muerte
hija del guardián de la luna
la sed que agita los cuernos del toro


 2

Vengo de una noche
que trae otras noches
mi dios es único

Esta fe enciende
el sol intenso del escorpio




La muerte de Orión. Daniel Seiter



3


Mi signo mi flecha

La literatura vive en la casa 12

y el futuro
muerde de su cola
la víbora.



Sea que sea
esto que soy

cumplirá la promesa del profeta Esteban:
serás lo que debas ser
o no serás naranja/fanta
cúmplase lo dicho
Oráculo del señor
meñique del infierno.



4

Yo, Europa
nací en La Pampa
más allá incluso de los pastos que despeina el viento, lejos del equinoccio.
El sol se pierde en la recta línea que dibuja el llano
el horizonte devela el único presagio probable;
todo es desierto.

Así se cría una, oliendo en los pastos
las cosas que nunca tocará ni montando un pegaso criollo.
Pero veo los cuernos del toro
enredados en la soledad del aire
su ceguera que golpea
la puerta de Aldebarán.
Yo he visto al tauro
golpearse la cara
contra las cosas que nunca tuvo.



5

Soy del cosmos
la era del tiempo abierto
la completa nostalgia del futuro

un cienpies que avanza

a sólo paso.
El ojo de Thundera
brota en mi frente
poderoso y renegado
En velas negras
encienden
los caballos del fin
es la hora
y echarán a rodar el caos.


6

En esta mitad del mundo
acaricio el animal 
que sustenta toda razón
en esta tarde de té
de señoras grandes
que soban el humo del cigarro
en su casa de muñecas
abro la mano

y suelto sobre su mesa

el apacible veneno
del emperador negro


7

Tu sangre derramada por el tigre
es fértil 
cierra tu espamento
de joven ultrajada
lava tu rostro
en las aguas del Río V
Desborda
Acaricia el conejo
aliméntalo con hinojo fresco
obedece a la fecundidad
de su especie.
Se tu propio animal
entrega tu fémur más amado
y moldea en tu hondo barro 
la agilidad de tu imperfección
la exactitud de tu fracaso.



8

cuando pela el sol su fuego
las naipes donde leí 
el futuro 
arrastran al fin su sino.
Barajo las cartas
en la parra de las tres de la tarde
leo los mensajes de los moscardones
en la bolsa colgada con agua
le cuento las patas al tiempo
y se hace visible una verdad
inconclusa:
raja el sol
la tierra
y hace polvo
todos mis presagios.