domingo, 15 de marzo de 2015

De la antología de poetas mujeres de córdoba QUINCE



Editorial Tinta de negros - 2010






EL FAUNO


El animal que criaste en el fondo

atado al tronco de la acacia

ha desbordado las tapias del patio

no podrás asomarte más a la puerta

para tirarle las sobras del almuerzo

ni acariciarlo con un palo

como a un hijo al que no se quiere

Simplemente, ha crecido

el animal.



Una mortal culebrilla es lo que dejó

el paso de la cadena por el tronco

una monotonía circular imposible

que le dio el ejercicio para odiarte.

Aún te teme.

Sospecha que una de estas noches

ya dormido

vienes a liberarlo.




UNA CENA


Casualmente un piano 

como en casa de Siri en Trenque Lauquen

hay cosas que no alcanzan

para salvar la existencia

ese recuerdo no me acerca en nada

a la música

sirve a penas para recordar

mi edad a Siri a su mujer en el piano

notas que aprendí y necesariamente 

olvidé

Alguien frente a mí, ahora, está cenando

y yo, indiferente al rito del otro

sigo pensando en el piano

en las formas posible de lo que fui


IRSE CON ELEFANTES


Voy a morir mañana

hay un elefante en la puerta

sera algo obvio

verdadero

las cosas que no tuve

serán definitivas

y el amor que alcancé

algo que él olvide


Voy a irme

es preciso hacerme pequeña

decir que esa, no soy yo

romper el espejo deforme

con la manzana de Eva

salvarme y morir



Que no crea que ha sido por él

no

jamás lo será

me voy con los elefantes

ya no puedo esperar esta muerte larga

todo es lejos

como la vida que tuve

esa sonrisa en la boca de un muñeco

sábado, 7 de marzo de 2015

Día de los inocentes


Peter Paul Rubens



"El gesto del mundo se ha convertido en un gran visaje"
Ovidio



Los últimos sueños de los niños


En Ramá se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
 Es Raquel que llora a sus   hijos
y no quiere que la consuelen,
Porque ya no existen.”



I
Se escondió de ella
usó la daga en nombre de su carne
y cortó.
Hizo el nudo con sus propios dedos
tan chiquitos para el mundo
y finalmente, como pudo
el nacido huyó de su  madre
para no matarla


II


La línea del sueño

quemó la frente

un color púrpura me moja la cara.

De la herida del sueño

brota la sangre como un volcán furioso

que ha despertado después de siglos.

Quien era, ya no es

lo mortal ardió su fiebre.

En mi mente se germinan

los sueños de Vulcano.






III




Las caricias de mamá

los besitos de papá

cuidan mi castidad dormida

me amortajan con cariño.



El ataúd

la cama

el sexo muerto

esos vacíos semejantes 

a la aniquilación.




IV




Dos niños príncipes se huelen

hasta confundirse con las edades del otro

después vino esa Luna inmensa

como un ovario antes del estallido

llegó a iluminarles la cara

con su cariño madre noche.



Y sus entrañas cantan

suenan armonías perfectas

en los suburbios de sus cuerpos flacos

y sangra la Luna

(Qué monarca morirá hoy)

mientras se muerden

uno al otro

sólo les duele el hambre

y sus tripas niñas cantan, ahora

como los sapos después de la lluvia.



V



Pelotas de trapo lloviendo.

Las marionetas cuelgan 


Sus vestidos rojos profetizan

la sangre derramada.




VI



Están ahí los hijos

se mecen en las ramas bajas

miran el cielo

escuchan cantar a los pájaros

y antes de caer extrañan tanto el paraíso 







VII
 

Los miembros desmembrados

hacen huelga

por falta de cuerpos.


Los cuerpos buscan

siempre el desgarro

en los miembros del otro .


Y la ropa desterrada

protesta ante la manga

sin usar

del pulóver

de un manco.





VIII





“¿Será posible. metido ahí en su bosque,

¡no ha oído aún que Dios ha muerto¡”



Hubo un día en que se revelaron

todos los cuentos

y en el pantano de los sapos príncipes

fueron a nadar las Caperuzas aburridas de lobos

las Cenicientas cansadas del hombre ideal

los enanos que abandonaron a Blanca nieves

y fueron todos a revolcarse

en el barro oscuro y hediento.

Acaso algo se les acabó

un poco del tiempo ficticio se les cayó de pronto

y decidieron mudarse

al mundo donde siempre fueron superados.

Es acá donde termina su orbe

la muerte les ha marcado la cara con el sello

de los vivos.

La ciudad de los inocentes  


I



El caballo de madera

amamanta de hambre

a los niños huérfanos

de Troya.





II




A la sombra de las plazoletas

se gesta la metamorfosis.

Al acecho

(Entre hamacas)

se planifica el golpe final

el día del Cordero

de los sesos niños

sacrificados

a esta ciudad

antigua y cobarde.



III




Los brazos anudados

atrás de la espalda

el cuerpo quieto

esperando.

De frente

la cara contra el vidrio

Ver. Ver.

Mirar las vidrieras de las grandes

ubres

que nunca llegaremos a mamar.



IV




Estos perros que se acercan a mí

lamen mis manos

saben quien soy

que los quiero a todos

los cuido de la noche oscura

les calmo el hambre

y el frío de los inviernos.



Hijos míos

aquí está su madre

carcomida por el desamparo

y las garrapatas del oscuro frío

pero tan libre de amos. 


Ellos saben

por eso lamen mis dedos profundos

saben que soy

la perra madre que los parió.





V



No obstante la primavera

la ciudad sigue otoñando

hacia la penumbra de Babilonia.



VI




Todas las manos mecen cunas

empuñan filos cuchillos

El mundo entero

está gestando entre sus brazos

(y como quien no quiere la cosa)

algunas excepciones

y niños asesinos.



Los ritos para la muerte y la vida




I




La vida se obstina

En partos

















II





La sangre seca

de los viejos muertos sigue ahí

coagulando en el polvo de los huesos.



Sentimos.

la sangre que tira

un pacto de sangre

hermanos de leche blanca

hermanos de sangre roja

todos todos

sangran por la herida

se desangran

se dejan ir un poco

con ella

con la púrpura oscura

entre los charcos que deja la nieve

la blanca nieve que menstrúa eterna

entre la selva de todos los cuentos


Sólo existe la roja sangre

sólo hay una sangre que moja las venas

la de los vivos húmedos

y los muertos secos

una sangre que no tiene dioses

y no ofrece sacrificios

la sangre desnuda de los cuerpos

la sangre de los que alguna vez fueron inocentes.




III




¿Qué morirá conmigo cuando yo muera, que 

forma patética o deleznable perderá el mundo? 




Nacen en las manos 

espigas que el sol hará crecer fuera de los campos

y recuerdo los ojos que me vieron

como gérmenes de panes

antes de la mañana.

Tu vida pasó mi vida pasará

quién abrirá la mano algún día

para hacer crecer mi recuerdo del mundo.




IV




Había una sensación tremenda

un peso siniestro

donde las polillas aleteaban lunáticas

alrededor del foco.

Abandonadas del saco viejo, festejaban

Era su noche de gualpurgis

volaban frenéticas

las hijas pobres de Lucifer

desparramando sus polvos.

Se divertían

Era su primavera

y embriagadas en el rito de Mefisto

se convencían;

nosotras también somos mariposas.




V



Venas presintiendo la nada

ausencia de sangre

de todos modos presienten

el filo de miles de cuchillos

que jamás nunca

le regalaran la muerte. 



VI



Reunión de óvulos en campos de yerma

dolores de tierra y madre

reparir

volver a gritar mundo

cuando la sangre está de vuelta

trayendo la herencia de otros

nacimientos

El hombre nuevo esta lleno de

ombligos.



VII




Más allá del día, de esta sonrisa fresca y juvenil

de esta edad tan parecida al encanto

está este cadáver pudriéndose al sol del verano

esta perra atropellada que nadie levanta.


Sí, los chicos saltan sobre mí

se ensucian como si fuera barro

me llevan a sus casas en las zapatillas

y desconocen su horror

pero no basta este entierro

en manos infantiles.







El grito de los inocentes




I


“Quien llama?¿pero quien llama desde tu nacimiento 

hasta tu muerte?” 




Balen corderos

agiten su canción de presas perseguidas

anoten sus días alegres

sus saltos de pradera

porque vendrán a marcarnos las puertas 

diciendo nuestros nombres.

Balen corderos

que los lobos nos maten cantando.




II




Recuerdo que nunca fue

la carta que nunca llegó

el mundo acabado esta lejos

falta para mi cumpleaños

falta para el postre

falta para el peso.

En fin

sobra la carencia.



III




Estos desperdicios de la carne

esta edad avanzada por la espera

no hacen màs que confirmar

que las manos con sus líneas

sólo predicen

otros ríos en el rostro

otra vez el llanto del nacido.



IV


                                                                 
A Nicolás 


Este niño que arde

lleva el rostro de todos los niños

la suma total de las ternuras

y sus esfuerzos.

Este niño profeta dice

que le han mirado a los ojos

la oveja y el lobo

que el sol bajo a sus hombros

que príncipe y milagro

despierta.


V




Golpea el pecho de tu alegre Dulcinea

que parimos otra vez después de cada muerte

eternos niños de lo solo

hijos del viejo Herodes

asesinitos nuestros de cada día.

Sacrificios para quién

porque sí.

¿Para qué Mesías?